Probablemente, no existe un acto más altruista que el de donar órganos tras el fallecimiento. Al fin y al cabo, puede considerarse como donar vida en sí misma, ya que los receptores tienen la oportunidad de superar sus enfermedades y paliar sus problemas de salud.

Sin embargo, muchas familias, a la hora de enterrar a un donante de órganos, no tienen claros cuáles son los procedimientos y protocolos a seguir. De hecho, en muchos casos, ni siquiera se encuentran en el mejor momento anímico para llevarlos a cabo. En este tipo de situaciones, una empresa de servicios funerarios es de gran ayuda.

El procedimiento de donar vida

Según la Ley de Trasplantes de España, cualquier persona fallecida que sea mayor de 18 años es considerada apta para la donación de órganos salvo en el caso de que no dejase su voluntad de serlo por escrito y su familia se negase a ello. Sin embargo, esto es muy poco habitual. En el caso de que se tratase de la defunción de un menor, son sus padres o tutores legales los responsables de otorgar el permiso.

Una vez que el médico expide el certificado de defunción de la persona, los especialistas en trasplantes proceden, con el mayor respeto y cuidado posible, a extraer los órganos que puedan servir a otras. Esto se hace de forma que no se produzca desfiguración alguna ni señales de ningún tipo. Una vez acabado el proceso, el cuerpo se lleva al tanatorio para que sea velado por sus amigos y familiares. Transcurridas 24 horas, ya se podrá llevar a cabo la incineración o el entierro, según la opción escogida.

La importancia del servicio funerario a la hora de enterrar a un donante de órganos

Una compañía de servicios funerarios como Funeraria Albacete puede encargarse de llevar a cabo todos los trámites relacionados con la donación de órganos para que solo tengas que preocuparte, en un momento tan duro como el que supone la pérdida de un ser querido, de velarlo y de despedirte de él. De hecho, garantizamos que, a efectos prácticos, no será perceptible ninguna diferencia durante el último adiós. Todo ello, por supuesto, en base a tus necesidades y tus ideas.

En definitiva, donar órganos es donar vida. Sin duda, se trata de un acto de pura generosidad mediante el cual el fallecido puede seguir, aunque sea de una forma metafórica, viviendo y ayudando a vivir a otras personas después de su fallecimiento. Por ello, aunque a la hora de enterrar a un donante de órganos, especialmente si se trataba de un sujeto joven, no apetezca seguir los trámites, es importante realizarlos. Con la ayuda de una empresa de servicios funerarios todo se vuelve mucho más sencillo.

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